Ha llovido mucho en el sur de España estos días y ha llovido sobre mojado. Desde luego que tal abundancia de lluvia no es habitual, aunque quién sabe si lo será en el futuro, porque lo cierto es que se corresponde con las predicciones de los especialistas sobre las consecuencias del cambio climático en el Mediterráneo y en definitiva en el proceso de calentamiento que se está dando en las grandes masas de agua de nuestro planeta. Pero, al mismo tiempo, las grandes avenidas de los ríos son fenómenos bien conocidos que se repiten con periodicidad en nuestras latitudes. A veces cada cien años, a veces más y lo más habitual, con cierta asiduidad, pero el caso es que las sequías que se alternan con las avenidas hacen flaquear nuestra frágil memoria. Y nos empeñamos, en vano, en reconquistar el terreno de los ríos, sin querer pensar que la avenida, tarde o temprano, llegará.
Las crecidas del río Guadalquivir a su paso por Lora del Río son frecuentes, la última, la de 1997-1998, hace apenas 13 años tuvo consecuencias parecidas a la que hemos padecido en los últimos días del mes de Febrero de 2010. Viviendas anegadas, familias desalojadas y estados de desesperación ante un fenómeno natural que el hombre no puede dominar.
Produce una enorme tristeza ver las imágenes de personas que lo pierden todo en pocas horas. Y aún más desde la certeza de que estas situaciones son evitables. Sus viviendas están asentadas, con el consentimiento -cuando no con el impulso- de la Administración, en las vías de desagüe de los torrentes y arroyos y sobre las llanuras de inundación de los cursos medios y bajos de los ríos. Sin embargo, hoy es posible conocer científica y técnicamente con precisión hasta dónde puede llegar la avenida de un río. De hecho, la Directiva Europea de Inundaciones exige a los Estados miembros realizar mapas de riesgo de carácter vinculante para los procesos de urbanismo y ordenación del suelo, precisamente para evitar daños a bienes y personas con motivo de las inundaciones.
En Lora del Río se han juntado todas estas voluntades institucionales y políticas, junto con la arrogancia de un equipo de gobierno municipal, con su Alcalde a la cabeza, D. Francisco Javier Reinoso Santos, que han mirado siempre para otro lado cuando se trata de tomar medidas preventivas y evitar el drama humano de una serie de familias que se han visto en una situación crítica y desesperada, llevados de la mano de la osadía, la mentira y la incompetencia de quiénes no han querido escuchar las advertencias que se les han manifestado por los vecinos y entidades sociales de la localidad, ni tan siquiera tomar en consideración lo que en tantos y tantos escritos de carácter técnico y administrativos se les han puesto por delante, incluido el tan cacareado Plan General de Ordenación Urbana de Lora del Río, cuyo contenido ha sido una vez más ignorado en cuanto a sus determinaciones técnicas y normativa y más concretamente en lo que se refiere a la nueva urbanización llamada “Residencial Virgen de Setefilla” y al nuevo edificio del Centro de Salud, donde se hubo de adoptar medidas preventivas, ante la inminente afección por la subida del nivel del Agua en el Servicio de Urgencias.